domingo, 24 de abril de 2011

Las palabras no se las lleva el viento

LOS CLAVOS EN LA PUERTA
Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio.

Su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez
que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la
Parte trasera de la puerta
El primer día
El niño había clavado 37 clavos en la puerta.
Durante las próximas semanas,
como había aprendido a controlar su rabia,
 la cantidad de clavos comenzó a  desminuir diariamente.
Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que
clavar los clavos en la puerta.
 Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos.
Le contó a su padre sobre ésto y su padre
le sugirió que por cada día que se pudiera controlar
Sacara un clavo
Los días transcurrieron y el niño finalmente
le pudo contar a su padre  que había sacado
todos los clavos
El padre tomó a su hijo de la mano
y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: “Haz hecho bien,
hijo mio, pero mira los hoyos en la puerta.
La puerta nunca volverá a ser la misma.
Cuando dices cosas con rabia,
dejan una cicatriz igual que ésta.
Le puedes clavar un cuchillo a un hombre
y luego sacárselo. Pero no importa cuántas
veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí”
Una herida verbal es tan dañina como una física.

PERDÓNAME, POR FAVOR, SI ALGUNA VEZ HE DEJADO UN
“AGUJERO” EN TU PUERTA... intentaré estar alerta y no hacerlo más.

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