miércoles, 8 de julio de 2015

Louise Bourgeoise en el Picasso de Málaga

    En el Museo Picasso de Málaga hay una nueva exposición temporal, “He estado en el Infierno y he vuelto”. La obra que recorre toda la vida de Louise Bourgeoise, llena las paredes y los espacios del exquisito edificio. Una araña de tres metros nos la protege desde el atrio central, un recibimiento muy apropiado para la aventura que los responsables de la muestra han puesto en escena.

    La Bourgeoise siempre me había llamado la atención por esas arañas abrazadoras y tejedoras de telas que viven en Bilbao, Londres, Estocolmo, Qatar, Nueva York y ahora en Málaga. Maman, la oda a su madre, a ella misma, es la materialización del concepto de protección, de dedicación, paciencia y control que cada madre ejerce sobre sus hijos. Pues ahora, tenemos una de esas Maman en el atrio central del Museo Picasso y las obras de la retrospectiva son tan impresionantes y están tan bien comisariadas que me atrevo que a decir que no es lo mejor de la muestra.

    La colección está distribuida en diferentes salas que recorren a modo de retrospectiva las etapas emocionales que la propia Louise fue superando. La artista era una mujer muy sensible y de gran turbulencia interior, quedó marcada de manera tremenda por ciertos acontecimientos familiares que le hicieron tomar caminos artísticos como autoconocimiento y cicatrización.

    La madre de Bourgeoise murió joven como consecuencia de las secuelas de una gripe española. Louise sufrió una depresión y centró sus afectos en su padre que resultó una “persona”, un hombre que mantuvo una relación por una década con su tutora. Ella se sintió abandonada, se casó y huyó a Nueva York. Hay una sala dedicada a “The runaway girl” y a las nuevas inquietudes que la acosaron como hacerse cargo de su casa, de ahí obras como “La Mujer Casa” un dibujo surrealista en el que una casa sustituye el torso y la cabeza de una mujer.

    Pero para la longeva artista, sus creaciones no eran sólo un atrevimiento estético, suponían una catarsis. Los pensamientos negativos, erróneos o sobredimensionados que perturbaban su mente fueron la búsqueda hacia el Psicoanálisis. Louise se psicoanalizó durante años y tras trabajar en conciencia sus emociones, conseguía darles carpetazo con la materialización de sus obras. En la sala de “Trauma” nos presenta una serie de obras de original factura por su forma y materiales. Una obra significativa es el abrazo de su padre con la tutora, “Pareja” es un doloroso contacto sexual de dos seres aislados, egoístas, materializados con tejidos de reciclaje.  

    La sala de Loneliness, soledad, sobrecoge por sus esculturas totémicas que cubren el espacio, incluso el vertical, llenando de sombras inquietantes de unos seres solos, completamente solos, entre los demás solitarios.

    El “Desafío” forma parte de otra sección de la muestra, “Fragility” que es un cuarto de debilidades. En un carro con estantes, la autora, sitúa frascos y objetos de cristal, recuerdos del pasado que superados y reunidos son un conjunto exquisito de trofeos.

    Pero una de las obras que más me ha gustado por su estética y por el concepto que expone es “El Arco de la Histeria” de la sala “Movimiento Eterno”. Bourgeoise era una mujer consciente del rol precario de la mayoría de las féminas en el mundo y su cruzada contra los estereotipos que la sociedad le imponía se reflejaba en sus creaciones. La histeria, hasta hace “diez minutos” estaba considerada una enfermedad propia de las mujeres, localizada en el útero, cuya raíz griega es la misma que la de la histeria. La obra en cuestión es una figura de bronce dorado y suspendido etéreamente del cielo, que bien podría ser la belleza y los rasgos curvos de una mujer, sin embargo sus genitales están abultados, una reivindicación de que las enfermedades mentales no son propiamente femeninas.

    La muestra es una sucesión de personajes con cinco caras, venas rojas que unen a padres y a hijos, instalaciones de ropa interior, proliferación de células, mamas, muchas mamas y materiales innovadores y atrevidos para su época: gomas, látex, lanas tricotadas, mármol, madera, bronces, plásticos, papel….

    La exposición acaba una sala en la que podemos ver una de sus “Celdas”, instalaciones de sus últimos años en las que expresaba verdades humanas, pensamientos de dolor, de los que se alejaba tras elaborarlos y materializarlos.

    La artista es un personaje irrepetible, murió con 98 años y no dejó de trabajar hasta el último momento.  Era vegetariana, se alimentaba principalmente de mermelada que guardaba en tarros y de la que de vez en cuando extraía una dosis con una cuchara que había sido esterilizada a fuego por temor a los microorganismos. Hay un documental del BBC muy recomendable para comprender la magnitud de su vida y su obra.

Texto de Ana E.Venegas
Fotgrafía de José A.Correa

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