martes, 13 de octubre de 2015

“No Puedo Imaginar el Mañana” Teatro Clandestino en la Polaca

    La Bombonera de la Polaca es el escenario intenso, kitsch y secuestrador donde la compañía Teatro Clandestino teje sus argucias dramáticas para producir un evento catártico tan duro, doloroso y pegado a nuestra piel que es imposible ser la misma persona cuando te marchas.

    Teatro Clandestino es un grupo de amantes del teatro, con muchas tablas, que han decidido meterse en un reducto para vivir en la Esencia. En un momento en el que el arte está terriblemente confundido con el ocio, en muchas ocasiones de manera intencionada, estos actores y directores se han propuesto llevar al espectador obras muy difíciles, extenuantes y transformadoras.

    Alfonso Sánchez y Marga Ferrer dirigidos por Auxi Tapia y Pedro Domínguez han acometido la puesta en escena de “Háblame como la Lluvia y Déjame Escuchar” y “No Puedo Imaginar el Mañana”, dos obras de Tenesse Williams que esta compañía lleva representando casi cuatro años para poquísimos espectadores.

    Por fin el jueves pasado, tras meses de espera, anotados como mensaje en su página de Facebook, nos tocó asistir a la obra. Tres personas, sólo tres, Blanca Molet, la Tesorera de AMUM y próxima ponente de una maravillosa conferencia en la que nos contará sus treinta y cinco años en Naciones Unidas, José A. Correa y yo. Subimos por la angosta escalera de la Polaca con una actitud lúdica que dejamos de lado nada más ver el estado de concentración en el que se encontraba Alfonso Sánchez. Pensé que hay que ver lo dramáticos que son los actores. Pero tenía que haberme dado cuenta que la intensidad de la obra lo requería. Nos sentamos a la mesa que compartiríamos con los actores, ya con cierta inquietud pues el espacio vital estaba en peligro. Nuestra presencia suponía mucho más que objetos de atrezo y aunque casi no respirábamos sobrecogidos por la representación, podíamos sentir que nuestras energías, las que se lanzan entre personas con la actitud postural y las microexpresiones, interacturaban con los artistas.


    Por supuesto que no os voy a contar la obra, deben ir, no pueden perderse esas emociones, sólo os diré que la experiencia es transformadora, que sientes la tragedia por más sentidos que el oído y la vista, que la fuerza del dolor te entra por la piel y que cuando sales te sientes un ser más profundo, con la sensibilidad desbordada. Al acabar hay que ser muy insensible para no estar sobrecogido, llorar o abrazar a los actores, la representación es soberbia.

1 comentario:

  1. Jose Antonio Correa Coello15 de octubre de 2015, 1:17

    Es algo increible lo que dos personas son capaces de transmitir con la palabra y con sus gestos, es un borbotòn de sensaciones que rara vez sientes a no ser en momentos muy intensos de la vida, totalmente recomendable.

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