viernes, 3 de marzo de 2017

Colección de los Romanov y el Kandinski Ruso en el Museo Ruso de Málaga

    Los Romanov camparon por la gran Rusia desde el siglo XVII hasta comienzos del XX. Construyeron una nación fuerte, rica, extensa, el mayor imperio del mundo, pero como siempre, tenían un lado oscuro aparte de las tremendas diferencias e injusticias sociales. Ahora, es posible conocer su historia en el Museo Ruso de Málaga, su llegada al poder y el regicidio que acabó con ellos, un periplo a través 247 obras y un centenar de artistas.

    La colección está compuesta por numerosos retratos, muchos de gran notoriedad, escenas históricas y costumbristas, objetos artísticos, relojes, esculturas y estatuillas que nos narran la vida y gestas de 18 zares, emperadores y emperatrices. En la antigua Real Fábrica de Tabacos de la ciudad, sede del Museo Ruso de Málaga, podemos revisar la historia de Iván el Terrible, Catalina la Grande, Nicolás II y otros personajes de la era Romanov. También es posible medir su influencia a través de sus estrategias, traiciones, excesos sexuales, torturas, envenenamientos.

    La estructura social rusa fue myu complicada en estos siglos y a través de las escenas y personajes descubriremos su exigencia, con profundas desigualdades. Queda patente la importancia social, el poder, de los boyardos, terratenientes amos de sus esclavos de la gleba, servidumbre que impedía a los campesinos ser libres para marcharse a otras tierras y que existió hasta el siglo XIX cuando el Zar Alejandro II lo abolió para que pudiesen migrar a trabajar en la industria. Si uno se implica puede comprender la existencia de los bandoleros del Volga, plasmados en la obra “Grito de batalla” de Serguei Ivanov.

   Gracias al Museo Ruso, es posible recorrer esta historia a través de una magnífica colección de retratos, algunos con una buenísima carga psicológica en los que es bueno no perderse ni un detalle porque los pintores de los zares no daban pincelada sin intención. Y también, a través de los grandes y pequeños formatos de hitos históricos o costumbristas, una belleza repleta de narrativa histórica, los hechos, sus versiones oficiales y las sospechas. Una estupenda forma de conocer la historia de la Rusia Romanov. Como colofón, los últimos momentos de la poderosa dinastía a través de imágenes filmadas del último zar y su familia nos enfrenta con el horror, el regicidio, la muerte de niños inocentes a manos de un pueblo humillado y explotado, una violencia que también se volvió contra él en la etapa de Stalin y durante los años que duró la URSS.

    En el camino expositivo encontramos cuadros de gran tamaño como ‘Escarnio del cadáver’ de Iván Miloslavsky de 2,25x5,60 metros que dialogan con otros más modestos en su extensión y trama discursiva. Muchos de ellos tienen un gran mérito técnico, ropajes, joyas, armas que no obvian un relato, retratos con miradas intencionales, personajes que muestran su desacuerdo o su suspicacia y que se enmarcan en paisajes rusos monumentales o campestres de gran carga documental.

    Me interesó particularmente una colección de figurillas de unos 30 centímetros que representa las razas de las que se compone el pueblo ruso, muy, muy interesante para entenderlos, para sentir la extensión del territorio ruso y la miscelánea humana que lo forma.

     “La historia de Rusia fue muy dinámica y ni los rusos pudieron entender muy bien todo lo que les estaba ocurriendo. El dramatismo de las obras puede ser interesante para el público”, subraya Evgenia Petrova, directora artística del Museo Ruso, que destaca como obra interesante la máscara funeraria de Pedro El Grande, ejecutada en bronce, en 1725.

Se trata de una exposición estrella, que se prolongará hasta enero de 2018. Se complementa con la exposición menor “Kandinsky y Rusia” que permanecerá colgada hasta el próximo mes de julio. No es el Kandinsky más conocido por el gran público. Estamos hablando de un artista en proceso de formación, que rompe con la estética predominante en su país, aunque al mismo tiempo se observa la influencia en su obra de las tradiciones rusas. En estos cuadros se descubre la pasión por el arte popular a través de paisajes impresionistas, realistas y expresionistas aunque tiende a la abstracción. En este tiempo el artista convive con la figuración y la pasión por los iconos antes de llegar a convertirse en el creador de la abstracción. 

 Galería de Fotografías de José A.Correa




























    

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